De una orilla a otra: viaje desde el miedo a la compasión.
4 minutos de lectura.
Poco más de una semana después del solsticio de invierno, el año se renueva en muchas regiones del mundo que usan el calendario gregoriano. Todos los finales son también comienzos como las crisis y las dificultades son también nuevas oportunidades.
Los nuevos comienzos son también puertas hacia lo desconocido, y oportunidades para crear nuevos caminos. La realidad fluida, cambiante e interconectada esta llena de sorpresas.
La apertura curiosa facilita posibilidades; las fijaciones y solideces, cerrarnos a todo, casi siempre nos lastra aunque a veces lo necesitemos.
Un nuevo giro al sol desde este nuestro azul planeta puede también ser una renovada oportunidad. Quizá podemos cultivar de nuevo nuestra capacidad de apreciación, de curiosidad y sorpresa por y para estar más presentes cuando podamos.
Observar de nuevo cómo nos relacionamos con nosotros, con las experiencias vitales o con los demás.
Podemos plantearnos vivir con mas apertura y ser mas compasivos con nosotros y los demás. No para ser buenos sino para impulsarnos junt@s, porque es más constructivo. Lo que podemos siempre hacer es abrirnos a nuevas aspiraciones, y ensancharlas cada día.
Los días invernales, rosados, anaranjados, dorados o de rojizas texturas de belleza sin nombre; pasan fugaces.
Las noches largas dejan relucir un manto estrellado en una profunda oscuridad cautivadora, un espacio sin limites ni formas claras.
El frio y la fresca y lucida nieve, invita a buscar calor y recogimiento.
El recogimiento tiene encuentros con la cálida intimidad, y la intimidad esta preñada de delicados silencios.
Silencios que invitan a la reflexión y quizá a la apertura con coraje a una espaciosidad impregnada de potencialidad y Compasión.
Podemos vivir nuestras mas profundas experiencias con confianza, como escribe mi querida siempre Sharon Salzberg.
Podemos aspirar a transitar nuestro viaje vital con la claridad y presencia del Mindfulness, con la apertura, implicación e inclusión de la Compassion, y en suma con los medios hábiles para no solo construir culturas de paz sino comunidades de coraje compasivo que reconstruyan sociedades rotas, donde trabajemos por la inclusión de todos: sociedades mas sanas, confiadas, compasivas, presentes, abiertas, cercanas, participativas, sostenibles y empoderantes.
Tradiciones antiguas y modernas han remarcado que vivimos no solo amenazados sino dirigidos por el miedo.
Vivimos desde hace muchos eones en lo que el filosofo Lars Svedsen llama Culturas de Miedo, el miedo que se usa como instrumento para determinar como vemos el mundo o a nosotros mismos.
Y el miedo, la hostilidad, el odio, el genocidio y la guerra se usan para manipularnos como nos recuerda el filosofo político Slavoj Zizek.
El miedo también usa aspectos egóicos y neuróticos de nuestra mente: los mismos que expanden la fijación, solidez, aferramiento, rechazo, odio, envidia, arrogancia, descofianza, distracción o rumiación que quizá alguna vez hemos sentido.
El miedo puede ser una herramienta inteligente de supervivencia. Pero el miedo conceptual, mental y obsesivo, puede ser paralizante cuando no convertirse en una esclavitud o pesadilla.
Vivir más allá del miedo, a través de el sin quedarnos atrapad@s, no es vivir libre de sentimientos ni es reservado a San Francisco de Asis, el Papa Francisco, el Dalai Lama o Aquiles; por mucho que sean gran inspiración para todos.
Vivir “sin miedo” y libre es “ser libre para sentir la cálida expresión de nuestro corazón” como nos recuerda mi querido maestro y amigo Dzigar Kongtrul Rinpoche, “libre para sentir la crudeza de la vulnerabilidad como oportunidad para abrirse” como nos recuerda mi querida maestra y amiga Pema Chödrön, libre para “sentir cada sentimiento, entenderlo y permitir que nos mueva sin miedo del movimiento de la vida” como nos recuerda mi querido maestro y amigo Jack Kornfield.
Gary Synder, uno de los grandes enviromentalistas del mundo al ser preguntado por el deterioro del planeta nos dijo claro: “lo ultimo que deben hacer es sentirse culpables, avergonzados o impotentes.”
El miedo, la culpa y la vergüenza desempoderan, nos desconectan de otros y nos paralizan.
Debemos tomar responsabilidad, consciencia, tomar decisiones con perspectiva y realizar acciones interconectadas y compasivas mas allá del miedo, dudas propias, miedo a los otros, al espacio abierto de la posibilidades, y mas allá del miedo a la acción.
La calidez y presencia que señalábamos antes se cultiva como se cultiva la intrepidez, la amabilidad, la compasión, la confianza, la creatividad, la resiliencia, la claridad o la atencion que innatamente también conviven en nosotros junto a la distracción, el miedo o la confusión.
¿Qué queremos para nosotros y los demás para este momento, éste año o ésta vida que nos fue dada? ¿Qué queremos para cada momento que se abre y despliega cuando lo permitimos? ¿Cuáles son nuestras dinámicas y ensanchadas aspiraciones? ¿Qué queremos hacer crecer en nosotros mismos y en los demás? ¿Queremos y podemos cultivar nuestros cimientos, nuestras mentes y corazones para florecer y expandirnos?¿O queremos seguir esperando al momento perfecto o que la vida siga encogiéndose y arrugándose por no atrevernos y seguir procrastinando?
Recordando a Shantideva:
“El liquen que cuelga en los árboles flota de un lado a otro
Agitado por cada aliento de viento.
Del mismo modo, todo lo que hago se logrará,
Animado por los movimientos de un corazón alegre.”
Podemos seguir cultivando nuestras mentes y corazones abiertos, presentes, solidarios y sostenibles para que las 10000 penas y 10000 alegrías no nos dejen ni extasiados ni arrasados.
No hay lugar para morar, sólo un corazón, una mente y una vida por desplegarse, por construir, cultivar y ensanchar por y para todos los seres.
Crucemos el turbulento río de nuestras rumiaciones mentales, del continuo apego, agresión e ignorancia que nos atrapan; padres del sufrimiento de todo el mundo. “Pharöl tu Chinpa” en tibetano o “Paramita” en sánscrito.
Donde creemos que todo acaba y se congela, donde parece que solo hay muros sin puertas, crucemos, tendamos puentes, abramos puertas, arribemos a la otra orilla; crucemos desde una a otra orilla, desde el miedo a la compasión, compasión en Acción.
Rubén Revillas
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